La crisis universitaria en todo el país, ha llegado a extremos inimaginables y desconcertantes, la situación se ha convertido en una batalla campal de estudiantes, profesores y trabajadores en contra de un régimen que pretende arrebatarles el presupuesto que les corresponde, pero sobre todo arrebatarles su dignidad. En esta batalla se miden nada más y nada menos que las dimensiones de la prioridad en lo académico, para quienes tienen la responsabilidad de dirigir los destinos del país.
Resulta que es en la Universidad, donde se forman los seres humanos y ciudadanos del futuro pero mas allá de eso, es allí donde se proveen de conocimientos y de formación integral en un amplio espectro, estamos hablando de la educación, la cual constituye la base y piedra angular, donde se centra el progreso de la gente y en consecuencia de la Nación.
La realidad es demoledora. Las universidades están en bancarrota, la falla y el deterioro que presentan todos estos centros educativos en el país, está a la vista de todos, con un presupuesto reconducido que no alcanza para cubrir sus requerimientos básicos. La investigación universitaria se hace cuesta arriba, viéndose los responsables en la imperiosa necesidad de emprender formulas creativas para mantenerse vigentes en el tiempo, porque es que sin recursos económicos, la ciencia y la tecnología no avanzan, ni mucho menos se renuevan continuamente de acuerdo a lo que los descubrimientos y la modernidad exigen.
Es por eso que bajo esta triste situación económica reina entonces la mediocridad, gracias a las limitadas condiciones con las que se ven obligados a trabajar estudiantes y profesores. Por otro lado, el golpe presupuestario afecta a los docentes de manera determinante, quienes desempeñan sus funciones sencillamente por mística y vocación, porque además de trabajar en las más precarias condiciones laborales, los salarios son insuficientes e injustos. Los profesores universitarios ganan menos de 500 dólares al mes, por eso deben sacrificarse y tener 2 y 3 empleos para así poder sobrevivir y mantener sus hogares y a sus familias, no tienen paz ni tranquilidad mental.
La huelga de hambre emprendida por trabajadores universitarios, profesores, obreros y estudiantes de todo el país exigiendo las reivindicaciones salariales y las condiciones óptimas para desarrollar sus actividades dentro de las casas de estudio, constituye una protesta ejemplar para todos los que amamos la libertad y la justicia, no se doblegan y permanecen fuertes y contundentes exigiendo lo que por derecho les corresponde.
Pero a pesar de todo lo que pasa, este Gobierno no tiene ni vista ni oídos, de acuerdo a las declaraciones del Ministro de Educación Superior, Pedro Calzadilla, se ratifica la intención y el sentimiento de desprecio hacia todo el trabajo intelectual y el esfuerzo de profesores, estudiantes y comunidad universitaria en general, quienes luchan a brazo partido por la defensa de sus valores y principios, la autonomía e independencia de las universidades.
Este gobierno además pretende politizar la educación superior y convertirla en un apéndice del socialismo del siglo XXI, degradando los valores de la institución educativa, en una impertinencia que no tiene parangón, sobre todo porque la universidad debe ser una institución democrática, porque todas las personas con aptitudes deben poder tener la misma oportunidad de desarrollarlas, sin distingo de sexo, raza, religión, ideología política o condición social, el acceso a la educación consagrado como un derecho fundamental en nuestra Constitución, debe ser para todos por igual. Implantar en ellas un proyecto de ideologización eliminando toda diversidad teórica o doctrinaria, sería acabar con la formación integral y cercenar a quienes no piensen igual la oportunidad de acceder al conocimiento en cualquier área del saber.
El conflicto se mantiene, quien sabe por cuánto tiempo más, frente a los ojos indolentes del gobierno nacional. Los universitarios no están siendo atendidos en sus peticiones y no están dispuestos a arrodillarse, ni a doblegarse. El Gobierno por su parte, permanece sordo ante la problemática y lejos de tender puentes y encontrar una vía conciliatoria para la resolución del conflicto, maltrata la institución universitaria, intentando castrarla, engañando a través de un discurso pleno de vacíos, que no ofrece ni brinda respuestas ni mucho menos soluciones, que no nivela el camino; todo lo contrario, lleno de infamia, mentiras e imprimiendo mas violencia a la situación.
Esperemos la cordura se imponga y triunfe la verdad y la justicia.
María Auxiliadora Dubuc P.
Concejal de Baruta
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