jueves, 11 de julio de 2013

VENEZUELA: UN PAÍS EN CRISIS

El panorama en el país es cada día más incierto, así como el futuro. Según y cómo vamos todo apunta que nos encaminamos hacia una situación muy complicada, una crisis general y absoluta que a todas luces, continuará profundizándose con el trascurrir del tiempo y la completa inercia de quienes tienen la responsabilidad y en sus manos, el destino de Venezuela. 

Nos encontramos frente a un país, en primer término, con una tasa de desempleo atroz. La gente más emprendedora en calle se inventa formas para ganarse el pan de cada día, no existe inversión porque no hay confianza y esto sólo hace agravar aún más la crisis. El pueblo carece de oportunidades de toda índole para progresar, en el mismo orden de ideas, no hay estimulo para prepararse o capacitarse y por lo que vemos en este modo de actuar hasta ahora es que nada va a cambiar, al menos no en un corto plazo. 

A pesar de ello, el venezolano se mantiene optimista pero no idiota ante la crisis y a pesar de las quejas diarias, siempre piensa que todo va a mejorar, que ocurrirá un milagro, por eso se aferran a predicciones de espiritistas, brujos y videntes. Otros rezan con mucha fe o se escudan en lo espiritual en sus desesperación, pensando que de algún modo las cosas cambiaran, es decir, queda un suspiro de esperanza, porque a decir de Albert Einstein “la crisis es la mejor bendición que puede suceder a personas o países, porque consigo trae progreso”. 

Y es que a los venezolanos se nos está prohibido tirar la toalla. Así nos hemos inventado mil y una formas para campear el vendaval, somos creativos en grado sumo, porque en realidad somos capaces de reinventarnos, de reírnos de nuestras desgracias, y de generar una atmosfera de felicidad ficticia y conciliar estrategias para subsistir en un esfuerzo sobrehumano para no sentir e incluso, evadir el hecho que la realidad nos arropa y resulta aplastante: estamos estancados y no hay asomo de avance. 

Es así como pasamos las más grandes penurias para alimentarnos, asearnos y estar saludables. Nos auto recetamos, para ahorrarnos tener que pagar citas medicas privadas, ya que la salud pública es un desastre. Pedimos consejo al vecino y hasta la consulta psicológica la hacemos con los panas de la cuadra, cuando nos enfrentamos al estrés que conlleva superar la vida diaria con dignidad porque fracasamos pero nos levantamos orgullosamente para continuar luchando. 

Todo ello frente a un gobierno ilegitimo, mentiroso e incompetente al que le tiene sin cuidado la angustia, la tristeza, el desasosiego de las familias venezolanas, la intranquilidad y el miedo en que vivimos tratando los problemas del país como si se tratara de una bodega, con una falta de seriedad inédita, que nos sorprende y nos deja perplejos, intentando tapar el sol con un dedo. En una falta de institucionalidad y un descaro sin precedentes en los anales de la historia. 

Aunque parezca mentira, los venezolanos no somos flojos, a las 5 y 30 am, todos estamos en la calle bregando y dirigiéndonos a nuestros puestos de trabajo, si los hubiere o inventándonos una para llevar el sustento al hogar, porque si caemos en la pereza nos morimos de inanición, de modo que asumimos el desafío de la crisis, batallando y rasguñando lo que por derecho constitucional nos corresponde, en una suplica eterna ante quienes ostentan el poder con el fin que se nos garantice un mínimo de paz social. 

En Venezuela hay racionamiento de luz, de agua, no se consiguen los alimentos que conforman la cesta básica, ni hay jabón ni papel higiénico ni pasta dental, pero así las cosas seguimos adelante, hacemos el recorrido, las colas interminables, peleando con todos y contra todos, con tal de lograr el objetivo, superar los inconvenientes y continuar. Tampoco contamos con un salario digno, ya que sin empleo de calidad que nos brinde cierta estabilidad, el dinero no alcanza y las posibilidades de ascender en base al esfuerzo realizado con el que podamos ahorrar para el futuro son prácticamente nulas. 

Encima y como si esto fuera poco, tampoco podemos expresarnos, cada día se nos hace más difícil y cuesta arriba la libertad de expresión, no se respeta el derecho que como seres humanos tenemos a pensar diferente, a tener un pensamiento propio, convicciones, valores y el gobierno sigue en su lucha por meternos por el aro e ideologizarnos, todo ello en un país donde la inseguridad está a la orden del día. Con un sistema judicial que no es autónomo, absolutamente genuflexo, corrupto, poco creíble y encima caro, tanto que podemos decir con propiedad que hoy día la mayoría de los venezolanos no tiene acceso al poder judicial. 

A pesar de esto, pero sobre todo a pesar del tiempo que tenemos esperando que se generen los cambios que requerimos con urgencia, a pesar del estancamiento y el retraso en los que este Gobierno ilegitimo nos mantiene sumergidos, los venezolanos tenemos que comenzar a privilegiar las soluciones por encima de los problemas. No podemos perder la capacidad de soñar con la libertad y la independencia, de poder expresarnos libremente, sin miedo porque es nuestro deber seguir luchando a brazo partido contra la injusticia; debemos poner el acento en lo que nos une para así poder construir la patria de igualdad y progreso que una vez soñó Bolívar, desde el consenso, para poder así conseguir finalmente la paz y la armonía que anhelamos tener y la calidad de vida que merecemos. 

María Auxiliadora Dubuc 
Concejal de Baruta

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